Con grandes conocimientos musicales tanto prácticos como teóricos, es una pieza fundamental de la orquesta capaz de transmitir la esencia de una obra musical.
Muchas veces nos hemos preguntado por qué es importante la figura del director o lo que puede influir en el resultado final de la orquesta.
Hay dos visiones sobre la labor del director. La primera, más objetiva o prosaica, afirma que es necesario para dar inicio a los músicos, además de mantener el tiempo y el ritmo en una obra. Haría la función del metrónomo mediante el movimiento de su mano derecha, a la vez de marcar dinámicas y otras características con la mano izquierda. El director también es el encargado de citar a los músicos para la realización de los ensayos así como de la selección de obras a interpretar.
Por otro lado, la perspectiva subjetiva o lírica mantiene que la personalidad casi mágica y la forma única de comunicarse con los músicos da como resultado un carácter, esencia y sentimiento inigualable que hace que cada interpretación sea diferente bajo la batuta de cada director.
La figura de director como lo conocemos hoy en día surge en la mitad del siglo XIX con la formación de grandes agrupaciones musicales que necesitaban un líder, ya que antes el concertino o primer violín o el solista eran quienes se encargaban de llevar a cabo esta acción.
Entre los primeros directores que no eran instrumentistas sobresalen las figuras de Richard Wagner, Héctor Berlioz y Félix Mendelssohn, incorporando al director el rol de adivinar el mensaje del compositor y transmitirlo al público.
Aunque lo más común es que se utilice una batuta para dirigir, hay distintos directores que prefieren hacerlo directamente con las manos como Pierre Boulez, Kurt Masur o Leopold Stokowski.
La figura del director ha ido cambiando paralelamente a la democracia. Pasando de una figura autoritaria a una democrática. Así, los músicos de la Filarmónica de Berlín son los que eligen a su conductor.
La reciente película Whiplash hace referencia a la figura de director tirano.
Cada director tiene su propia personalidad y expresión corporal y facial. En el siglo XX se ha extendido y normalizado el uso de la batuta entre los directores, siendo el primer medio de gesticulación, además del rostro. La mano derecha es la que limita la forma, mientras que la izquierda determina los colores, timbres, texturas y dinámicas de la orquesta.
Así pues, el director va mucho más allá de ser un títere moviendo las manos, pues todas las connotaciones que no se encuentran en la partitura se obtienen gracias al papel del director, haciendo que cada interpretación sea diferente, única e irrepetible.
Hay dos visiones sobre la labor del director. La primera, más objetiva o prosaica, afirma que es necesario para dar inicio a los músicos, además de mantener el tiempo y el ritmo en una obra. Haría la función del metrónomo mediante el movimiento de su mano derecha, a la vez de marcar dinámicas y otras características con la mano izquierda. El director también es el encargado de citar a los músicos para la realización de los ensayos así como de la selección de obras a interpretar.
Por otro lado, la perspectiva subjetiva o lírica mantiene que la personalidad casi mágica y la forma única de comunicarse con los músicos da como resultado un carácter, esencia y sentimiento inigualable que hace que cada interpretación sea diferente bajo la batuta de cada director.
La figura de director como lo conocemos hoy en día surge en la mitad del siglo XIX con la formación de grandes agrupaciones musicales que necesitaban un líder, ya que antes el concertino o primer violín o el solista eran quienes se encargaban de llevar a cabo esta acción.
Entre los primeros directores que no eran instrumentistas sobresalen las figuras de Richard Wagner, Héctor Berlioz y Félix Mendelssohn, incorporando al director el rol de adivinar el mensaje del compositor y transmitirlo al público.
Aunque lo más común es que se utilice una batuta para dirigir, hay distintos directores que prefieren hacerlo directamente con las manos como Pierre Boulez, Kurt Masur o Leopold Stokowski.
La figura del director ha ido cambiando paralelamente a la democracia. Pasando de una figura autoritaria a una democrática. Así, los músicos de la Filarmónica de Berlín son los que eligen a su conductor.
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| Daniel Barenboim |
La reciente película Whiplash hace referencia a la figura de director tirano.
Cada director tiene su propia personalidad y expresión corporal y facial. En el siglo XX se ha extendido y normalizado el uso de la batuta entre los directores, siendo el primer medio de gesticulación, además del rostro. La mano derecha es la que limita la forma, mientras que la izquierda determina los colores, timbres, texturas y dinámicas de la orquesta.
Así pues, el director va mucho más allá de ser un títere moviendo las manos, pues todas las connotaciones que no se encuentran en la partitura se obtienen gracias al papel del director, haciendo que cada interpretación sea diferente, única e irrepetible.
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| Gustavo Dudamel |
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